Después del almuerzo se prosigue la navegación. A nuestra lancha hacemos subir al Dr. Paccusse, quien nos acompañará durante todo el resto de la travesía, para facilitar la marcha de los arrecifeños. El río presenta barrancos de tierra floja, donde los árboles de las orillas son arrancados por las crecientes y se amontonan formando verdaderos obstáculos para la navegación, además las numerosas curvas que tipifican el río se multiplican. Es evidente que hace sólo pocos milenios estas tierras eran ocupadas por el río de La Plata o el Paraná. Los fósiles que aparecen en los barrancos son relativamente nuevos. Se descansa unos momentos en un monte y luego se prosigue. Pasamos por el puente de la vía que se dirige a Ingeniero Moneta, donde hay pescadores deportivos, y un manantial es aprovechado por algunos. Al atardecer, ya extenuados, acampamos en un campo a la orilla del río. Faltan agua y cubitos, comida no pues todavía hay carne de la provista por la municipalidad de Arrecifes, pescado fresco y un misterioso lechón (Presumo que fue un "arreglo" del Dr. Paccusse). Un molino próximo no funciona, lo que nos obliga terminar casi con las reservas de vino. Leña no faltó nunca pues por todas partes hay ramas y árboles secos. Un avión de Arrecifes aterriza para requerir noticias (Polidoro) y de paso se les encarga los anhelados cubitos. Al obscurecer llegó la canoa de los bomberos de Arrecifes.
Ernesto Fidel Atencio.
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