Entonces le habló del raid náutico que se realizaría el día siguiente, con participación de la Marina y apoyo municipal, y expresó veníamos para pedir por la libertad de un participante preso por una pelea. El comisario no puso ningún reparo y dijo a la mañana siguiente lo liberaría, para que pudiera participar. A continuación el Dr. Paccusse lo invitó a la cena de camaradería, un asado, que se realizaba en el Balneario Municipal. Ya era noche. El comisario aceptó, tomó una cuchilla que tenía encima de un aparador y nos acompañó caminando al Balneario.
En el camino nos comentó había sido de un preso y, por las dudas, nos mostró el filo de la cuchilla. ¡Qué tiempos aquellos,...!
Llegados al Balneario dejamos el comisario en la mesa, donde se hallaban el Intendente y el Jefe de Relaciones Públicas del Area Naval Zárate, entre otros.
Luego, mientras el Dr. Paccusse realizaba su acostumbrada recorrida por las mesas, una por una, saludando a quienes conocía, preguntándoles como se hallaba algún familiar, y averiguando quienes eran los que no conocía. Dando a todos, personalmente, una palabra de agradecimiento y haciendo algún mimo a los niños. (Esto más que una costumbre, la consideraba una obligación y la cumplía siempre, aún cuando los gastos de la cena los pagara él, de su propio peculio. Casi siempre. Sin embargo, esta vez se comentó la carne la había provisto la Munipalidad.)
Yo, por mi parte, me dirigí a la ruta para tomar un ómnibus hacia Pergamino.
Al día siguiente, al fin comenzaría la gran aventura, en el hasta entonces misterioso Río Arrecifes.
Ernesto Fidel Atencio
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